domingo, 12 de marzo de 2017

Tigran Hamasyan - Luys i Luso (2015)


(Texto publicado originalmente en El País el 11 de noviembre de 2015) 

No es nada nuevo volver la vista atrás cuando el objetivo es ir hacia adelante. Gran parte de la historia de las vanguardias en la música se ha construido sobre la tradición, algo que, en el caso del pianista armenio Tigran Hamasyan, ha sido una auténtica constante. En mayor o menor medida, toda su discografía ha estado impregnada de sonidos importados de la tradición folclórica de su país, una raíz que ha cultivado a través de diferentes prismas, desde el acercamiento más ortodoxo de New Era o A Fable a la simbiosis con rock y electrónica en Shadow Theater o Mockroot.

En aras de ese anhelo de fusión, y a pesar de lo manido del lema, hay que decir que Luys i Luso es el disco de Tigran Hamasyan que todos estábamos esperando: una grabación muy valiente en la que música vocal religiosa, folclore armenio y jazz se entrelazan en perfecta sintonía, alcanzando un equilibrio inimaginable entre lo secular y lo contemporáneo. Hamasyan parte de un puñado de obras religiosas armenias, escritas entre el siglo cinco y el veinte, y se plantea dos retos: por un lado, arreglar obras de tradición monofónica para un coro polifónico y, por otro, integrar en ellas un piano con intención jazzística, pero sin renunciar al carácter folclórico de las melodías. En la unión de estos patrones está el sentido tan vanguardista del disco, el que lo convierte en una obra colosal. En Luys i Luso, Hamasyan consigue convertir un sharakan de más de diez siglos en una obra personal, desafiando la forma sin llegar a salirse de ella, y negándose a escribir las partes de piano, que son improvisadas sobre las suntuosas polifonías tejidas por el Coro de Cámara Estatal de Ereván.

Un disco así solo podía salir en un sello como ECM, que ha cuidado cada detalle al máximo, desde la grabación en la capital armenia, producida por Manfred Eicher, hasta la deliciosa edición con un libreto que incluye versión bilingüe de las letras y documentación sobre los manuscritos originales. 

Entonces, ¿esto es un disco de música sacra vocal o de jazz? En realidad es ambas cosas pero, sobre todo, es un disco de Tigran Hamasyan. Echando un vistazo a su inquieta carrera esta última década nadie diría que tiene solo 28 años, una precocidad que ya ha superado los tópicos del niño prodigio. Hamasyan es un pianista de jazz, sí, pero también afirma sin dudar que su sueño era tocar la guitarra en una banda de thrash metal, y habla con la misma devoción de jazzistas como Jason Moran o Herbie Hancock que de Black Sabbath, Tool o la banda de metal extremo Meshuggah. Solo un talento permeable a sonidos tan dispares podría haber grabado un disco tan atemporal como este.


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